Con mucha frecuencia, se nos invita volver a Dios. Pero ¿quién es Dios para nosotros?
Jesucristo, el Hijo de Dios, nos habla de Dios Padre no a partir de una teoría, sino desde su experiencia personal. Para Jesús Dios es un Padre que nos ama sin condiciones; que se interesa por nuestra felicidad; que está en favor de la justicia y la paz, de la libertad y la solidaridad; que no se deja sobornar ni atrapar por nuestros moldes; que comparte el amor y la sabiduría con todos. Un Dios Padre fascinante y lleno de sorpresas; un Dios que puede cambiar la vida si estamos dispuestos a escucharlo y a seguirlo; un Dios pobre, sencillo, débil y solidario.
Ante esta nueva imagen de Dios Padre que nos trae Cristo caen conceptos equivocados de un dios solitario y alejado de la vida personal, familiar y social; de un dios vengativo y castigador; de un dios cómplice de las injusticias y sufrimientos; de un dios autoritario que exige sumisión en vez de madurez y responsabilidad; de un dios hecho a nuestra medida para justificar las ansias de dominio, dinero, privilegio, fama y placer.
Si volvemos a Dios Padre, Cristo nos transforma en sus embajadores de paz y unidad en un mundo dividido y enfrentado por razones étnicas, políticas, económicas y hasta religiosas.
