Testigos de paz

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El Papa Francisco, en esta mañana, nos dijo: “Con dolor recibí la noticia del asesinato de los tres hombres secuestrados a fines de marzo en la frontera entre Ecuador y Colombia. Rezo por ellos y por sus familias, y estoy cerca del querido pueblo ecuatoriano, alentándolos a avanzar unidos y en paz”.

Como Arquidiócesis de Guayaquil, nos unimos en oración por nuestros hermanos militares: Luis Mosquera, Jairon Sandoval, Sergio Elaje y Wilmer Álvarez y por el Equipo de periodistas de diario el comercio: Javier Ortega, Paul Rivas y Efraín Segarra, víctimas de la violencia generada en la frontera norte.

Nuestra solidaridad con sus familiares a la vez que invocamos a Dios que les conceda la sabiduría, la serenidad y la fortaleza para afrontar estos difíciles momentos.

Nuestro reconocimiento a todas las instituciones que colaboran por la seguridad de nuestros compatriotas en las fronteras, como a todos los comunicadores sociales que arriesgan su vida por cubrir las noticias desde zonas tan peligrosas.

Este doloroso acontecimiento nos compromete a ciudadanos e instituciones a seguir trabajando por la paz, que se basa en la justicia, en la verdad, en la libertad y en el amor.

Invitamos:

A los gobiernos, a consolidar condiciones de vida más dignas, desarrollando fuentes de trabajo y políticas de bienestar social, particularmente en la educación y en salud.

A los grupos armados, a unirse a las iniciativas de diálogo para construir una auténtica democracia, libre de toda forma de corrupción y violencia.

A todas las personas y grupos, a no caer en la tentación del enriquecimiento fácil que proviene de la trata de personas o de la producción y tráfico de armas y de substancias tóxicas-adictivas.

Esta invitación la hacemos movidos no sólo por el dolor que experimentamos en este momento, sino sobre todo por la esperanza de que si nos abrimos al amor y a la misericordia de Dios, podremos encontrar la paz y vivir como hermanos. No es fácil. Quedan muchas heridas que curar que sólo el perdón es capaz de hacerlo.

Jesús, en este día, nos ofrece su paz, pero no como resultado de la imposición de las armas ni de la compra de la conciencia, la libertad o la dignidad. Su paz brota del sabernos y sentirnos amados y perdonados por El, del compartir generoso de la vida con los demás. Su presencia aleja de los discípulos el miedo. No es un fantasma, es Alguien que se deja mirar, tocará que come con ellos. Una paz que no nos deja pasivos ni resignados, sino que nos impulsa a redoblar los esfuerzos para que resplandezca la justicia y la solidaridad entre nosotros. Más aún, Jesús nos invita a ser sus testigos de paz!

15 de Abril, 2018

+ Luis Cabrera Herrera, ofm

   Arzobispo de Guayaquil

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