La Tentación

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Las tentaciones del dominio, la gloria y el placer nos advierten que podemos arruinar nuestras vidas si no seguimos el ejemplo de Jesús.

La primera tentación ofrece a Jesús algo aparentemente bueno: “Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Pero Jesús responde de un modo categórico: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de boca de Dios”.

Jesús nos enseña: a) que el poder de Dios no está al servicio de los intereses o deseos del ser humano; y b) que las necesidades no son sólo materiales.

La tentación de manipular a Dios o de ponerlo a nuestro servicio es muy frecuente. Unas veces, mediante la súplica; y otras, exigiéndole que obre de una manera u otra según nuestra conveniencia.

Las necesidades humanas, del mismo modo, no son solo corporales, sino también afectivas, sociales y espirituales, como la dignidad, el respecto, el aprecio, la justicia, la solidaridad y el perdón. La satisfacción solo del bienestar material, mediante un consumismo sin límites, nos puede conducir al sinsentido de la vida; una prueba de ello es el suicidio de muchos jóvenes. Jesús, por ello, nos invita también a saciar el hambre de amor, de amistad, de solidaridad y de compasión.

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