SEMBRAR CON PASION

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La pasión, lejos de ser un sentimiento pasajero, se relaciona con el amor, la inteligencia, la voluntad y la imaginación. Una persona apasionada pone todas sus energías o ganas en lo que piensa, dice o hace en su vida. Esta pasión le ayuda a superar el pesimismo y la tristeza que puedan venir de los reveses de la vida.

La pasión, con la que obra Jesús, brota de su corazón enamorado de la Palabra y de la firme decisión de compartirla con los demás. Esta pasión le lleva a ser ingenioso y audaz al proponer su mensaje. Una prueba de ello son las parábolas que se inventa según los interlocutores que tiene delante de sí, como agricultores, pescadores, comerciantes, amas de casa, letrados.

Jesús, además, siembra la Palabra con todo el entusiasmo y la alegría de su vida. Su mensaje, de este modo, despierta la esperanza en los desanimados, devuelve la alegría a los tristes y abatidos y aleja de la mente toda sombra de duda.

Como discípulos misioneros, estamos invitados a seguir sembrando la Palabra de Dios con la misma pasión del Maestro. ¡He aquí uno de los grandes desafíos actuales!

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