Guayaquil, (DCAG).- Con una Misa oficiada en la parroquia Nuestra Señora de la Alborada, la Comunidad Misionera Jarcia celebró sus tres décadas de servicio. El movimiento, que inició en Guayaquil en 1990, mantiene diferentes apostolados y grupos de formación en diferentes parroquias de la urbe.
Como una búsqueda de su espiritualidad, cinco chicas lideradas por María Eugenia Pauta viajaron a Quito para formar parte de las reuniones que la comunidad Jarcia mantenía en la Pontificia Universidad Católica de Quito.
El 2 de noviembre de 1990 se firma la creación de Jarcia Guayaquil y meses después iniciaron con reuniones abiertas al público en la parroquia Nuestra Señora de la Alborada. “Fue tal la acogida que en poco tiempo se llegaron a tener más de trescientos miembros, por lo cual se tuvo que crear nuevas extensiones del movimiento en diferentes parroquias de la ciudad”, rememoró Jorge Alvarado, miembro base de la comunidad.
En tres décadas, los frutos del trabajo de la comunidad Jarcia se ven reflejados en las vocaciones sacerdotales de César Piechestein, Andrés Ulloa y Rubén Ortega. Además, varias mujeres del grupo se han convertido en religiosas, como Sor Alborada que se encuentra como misionera en Islas Salomón; así como los integrantes que han optado por el servicio desde el matrimonio.
“El carisma de Jarcia se basa en la espiritualidad misionera y en el lema: ‘Ser más, valer más para servir mejor’ orientado en el servicio a los jóvenes y a los más necesitados. Buscamos la excelencia profesional y pastoral para, desde nuestro campo, poder ayudar a los que más sufren», explicó Alvarado.
Actualmente los miembros de Jarcia se reúnen para recibir formación espiritual, realizar apostolados en orfanatos, hospitales, asilos y sectores aledaños a la urbe; además organizan campamentos para los jóvenes.
El movimiento realiza reuniones zonales los domingos, donde interesados pueden unirse a la comunidad. También pueden comunicarse con la fraternidad en su página de Facebook.
