Guayaquil, (DCAG).- Después de un año y medio de servicio, Mons. Antonio Crameri dejará su puesto como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guayaquil, tras ser nombrado el pasado 5 de julio por el Papa Francisco como el nuevo Vicario Apostólico de Esmeraldas, lugar donde realizó su primera labor pastoral en el país.
“Sé que no es obra mía, sino una gracia divina. Humanamente me siento débil, pero siento esta fortaleza de Dios en lo que se viene junto a quienes conforman la Iglesia en Esmeraldas. Estoy muy agradecido por la confianza del Santo Padre al haberme encargado este rebaño de Dios», mencionó Mons. Crameri.
Nacido el 4 de enero de 1969 en Locarno (Suiza), estudió en el Seminario de la Sociedad de Sacerdotes de San José Cottolengo en Turín, siendo ordenado sacerdote el 8 de junio de 1996. Se graduó en 1999 en Licenciatura en Teología Pastoral Sanitaria en la Universidad “Camillianum» de Roma.
En su encargo de las vicarias de Santa Elena y Daule, ha visitado gran parte de las parroquias y destaca el cariño y la acogida de los fieles. “He bautizado la pastoral de la fotografía, cuando vas a confirmar a los jóvenes es bonito dar un poco de tiempo y quedarse con ellos para las fotos grupales e individuales, hacerlos felices. Eso demuestra también nuestra cercanía con el pueblo de la Arquidiócesis de Guayaquil”.
Desde el 2002 hasta 2016 fue párroco de la iglesia Santa Marianita en Esmeraldas, donde también se encargó de la formación continua de los diáconos permanentes y de la coordinación de la catequesis del Vicariato Apostólico. “Siento gran emoción y entusiasmo el poder regresar, donde se recuerdan tantas cosas que han pasado, algunos personajes que no están; pero también la confianza en la Divina Providencia que nos conduce en esta nueva mision», destacó el prelado.
La posesión en su nuevo cargo se efectuará en septiembre próximo. “Estoy muy agradecido con Monseñor Luis Cabrera por la paciencia y la enseñanza, con los obispos Iván Minda y Giovanni Piccioli con quienes hemos compartido grandes momentos y con el pueblo de Guayaquil porque desde el día de mi posesión he sentido ese calor humano que hace bien al corazón”, finalizó el prelado.
