50 años al servicio de Cristo

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El P. Marcelino Armendáriz actualmente sirve en la parroquia Sagrada Familia, sur de Guayaquil.

“Hacer las cosas bien, con sencillez”, amante del deporte y enamorado de Guayaquil es el resumen de los 50 años de sacerdocio el P. Marcelino Armendáriz Osácar, miembro de la Orden Capuchina; quien en el Día del Sacerdote nos cuenta sobre su ministerio pastoral.

Nacido el 11 de febrero de 1947 en Zulueta (Navarra, España); fue criado junto a sus cinco hermanos en el seno de una familia católica dedicada a la agricultura. A los 11 años, sus padres enviaron al pequeño Marcelino a la escuela de capuchinos en Pamplona; donde gracias al ejemplo de los religiosos surge en él la vocación sacerdotal.

Sus estudios filosóficos los realizó en Zaragoza y en agosto de 1966 ingresó como novicio a la Orden Capuchina e inició sus estudios en Teología. Un año más tarde, hizo su profesión religiosa y el 4 de octubre de 1970, día de San Francisco de Asís, renovó su vocación para toda la vida.

Tras hablar con uno de sus superiores, el 11 de septiembre de 1971 fue enviado al noroccidente de Pichincha; hospedándose en la casa de los Capuchinos en Gualea, donde atendían pastoralmente a las comunidades de Pacto, Santa Elena, Armenia, Nanegal, Nanegalito y toda la zona de San Miguel de los Bancos. Trabajó en proyectos de la agroindustria (venta de leche y producción de queso), salud, educación y deportes con los jóvenes.

De la mano del Cardenal y arzobispo de Quito, Mons. Pablo Muñoz Vega, recibió el 6 de julio de 1973 la ordenación sacerdotal en Nanegal; acompañado por los feligreses y sacerdotes capuchinos, ante la imposibilidad de la presencia familiar por motivo de la época de cosecha en su pueblo natal.

Tras doce años de servicio, el P. Marcelino es enviado a la parroquia Sagrada Familia en Guayaquil, donde inicia sus estudios en Sociología en la Universidad de Guayaquil, los cuales concluyó en Cuenca luego de su traslado en 1985, titulándose en 1990.

Desde 1991 a 1997 fue elegido como el Viceprovincial de los Capuchinos en Ecuador, donde procuró la animación y formación en Roma de las vocaciones religiosas. Además, fue el promotor de la unificación de las órdenes capuchinas del país. En 1997 regresa a Guayaquil para ejercer la dirección del colegio Rodhe y del Dispensario Sagrada Familia.

En 2008, es enviado a Ibarra donde se encarga de la dirección del colegio fiscomisional San Francisco e inicia el proyecto del Centro Terapéutico “Padre Pío”, centrado en brindar terapias físicas, de lenguaje, de oídos, dermatología y terapia ocupacional.

Desde 2020, es enviado a Guayaquil a asumir la dirección del colegio Rodhe y del Dispensario Sagrada Familia, llegando a cerrar la institución educativa por motivo de la pandemia y usando varias de sus aulas como consultorios médicos. Unos de sus últimas obras fue la construcción del área de Resonancia Magnética Rayos X, Ecografías, Mamografías, Densitometrías, Tomografías.

“No te preguntes si eres feliz, pregúntate más bien si son felices los que viven a tu alrededor” es el lema que acompaña a este capuchino, que con su trabajo y sencillez se ha ganado el cariño de los feligreses en los lugares donde el Señor lo ha enviado a proclamar el Evangelio.

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