Cambió la odontología por el sacerdocio.

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Guayaquil, (DCAG).- Christian Enrique Ledergerber Weisson nació hace 30 años en la ciudad de Guayaquil. Es el menor de cuatro hermanos y guarda los mejores recuerdos de su infancia. Creció en una familia muy unida, tradicional y cristiana. Su madre, una mujer muy católica, los motivaba siempre a prestar mucha atención a la Homilía de cada domingo y quien mejor la resumía, se ganaba un helado.

Vivió una adolescencia muy tranquila, fue un joven dedicado a sus estudios, en su tiempo libre hacía deporte, y le gustaba compartir mucho con sus amigos. En sus planes siempre estuvo tener una profesión, poder ejercerla y llegar a formar un hogar. Disfrutó al máximo cada etapa de su juventud. Se enamoró y llevó una relación guiada de la mano de Dios, pero con el tiempo fueron otros los planes que el Señor tenía preparado para él. Años después ingresa a la universidad para estudiar Odontología y es durante su preparación académica que descubre nuevas cosas que lo hacían feliz.

En un momento de su vida llegó a preguntarse ¿Por qué a muy poca gente le importa cómo está su situación con Dios?  Y es ahí donde descubre que su relación con Él había aumentado. Ya no iba a Misa sólo los domingos, cada vez que podía participaba de la Eucaristía entre semana. Mediante la oración y la comunión sintió que el Señor le pedía algo más, es por eso que habló con el sacerdote de su parroquia para que le permitiera ser catequista. Siempre le gustó la idea de conversar con los jóvenes, aconsejarlos y poder guiarlos.

Durante su último año de universidad las cosas se habían puesto más difíciles, a pesar de estar feliz, sentía que tenía muchas responsabilidades. Un día se acerca a su párroco y le pide de favor que no le ponga más actividades porque no tenía tiempo. A lo que él le preguntó ¿Has pensado alguna vez entregarle al Señor no solo una parte de tu tiempo sino todo? Sin pensarlo, le respondió que el sacerdocio no estaba dentro de sus planes.

Tiempo después, a través de la oración y con las cosas que la vida le mostraba, se fue dando cuenta que el Señor le pedía que lo entregue todo. Llegó a sentir que más lo llenaba estar en Misa y permanecer en comunión con Dios. Una vez decidido en responderle al Señor, lo conversa con su director espiritual y él le recomendó terminar la universidad.

Al poco tiempo ingresó al seminario mayor y expresa que fue una etapa muy hermosa en su vida. Recuerda mucho su último año, estaba muy entusiasmado por culminar sus estudios y pasar de seminarista a Diácono. Su deseo por transmitir todo lo aprendido durante estos años de estudios era muy grande.

Ahora, a pocos días de ser ordenado sacerdote, manifiesta que “vivir agradecido con Dios, hizo madurar su vocación”. Actualmente sirve en la parroquia Nuestra Señora de la Alborada y expresa que ha vivido con tranquilidad su diaconado.  “Lo que he hecho es responder a Dios y Él se ha encargado de hacerme feliz”, afirmó.

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