El ejemplo de su párroco lo encaminó al servicio a Dios

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Guayaquil, (DCAG).- César Lenin Chiriboga Morán nació en Guayaquil el 24 de diciembre de 1995. Creció en el seno de una familia católica que le inculcó el amor hacia Dios, su Iglesia y el respeto por las cosas sagradas. Desde temprana edad le llamó la atención la labor de su párroco y el visitar Santísimo Sacramento del Altar. Su vocación fue un proceso paulatino que estaría marcado por un suceso que lo llevaría a preguntarse sobre el camino a seguir para servir al Señor.

Asistía con su familia a la parroquia Cristo Rey (suburbio de Guayaquil), donde observaba que el P. Alberto Raad tenía un gran acercamiento a los fieles, visitaba las escuelas para hablar con los niños o tocar la guitarra. Cuando rondaba los trece años, César se encontraba en la ventana de su casa y fue cuando sintió el llamado del Señor. “Tal vez lo habré visto miles de veces, pero ese día algo cambió, lo vi pasar alegre en bicicleta y fue como un flechazo. Me empecé a preguntar ‘¿qué hacen los curas?’, ‘¿qué fue a hacer?’ y desde ese momento entre a la parroquia como monaguillo y luego supe que había ido a dar la Unción de los Enfermos”.

Al ingresar al servicio parroquial, se dio cuenta que era una gran familia donde todos ayudaban, compartían, saber las necesidades de los demás. César destaca que “Una vocación debe tener una experiencia vocacional”, puesto que a él lo ayudó mucho para ir construyendo su amor por el sacerdocio, al igual que la frase marcada en el Sagrario del templo: “El Señor está aquí y te llama», a lo que él se cuestionaba a qué lo llamaba el Señor.

Al terminar el colegio, tenía su vocación definida y decidió ingresar al seminario, donde aprendió a afianzar su relación con Dios, pulir sus defectos, acrecentar los talentos recibidos del Padre, estar dispuesto a servirlo y hacer su voluntad. También destaca su vivencia en las misiones al visitar lugares alejados donde la población necesitaba de la guía espiritual y formativa de un sacerdote. Así como la visita a los diferentes colegios en las que incentivaban a los jóvenes a ser partícipes de su acercamiento a Dios; y por último, la convivencia dentro de la casa formativa con los sacerdotes y otros seminaristas.

Como parte de los apostolado, animaba a los niños en su catequesis en diferentes parroquias como San Lucas (Mucho Lote), la Iglesia Nuestra Señora de la Presentación (Valdivia), Santa Rosa (Colimes) y en Nuestra Señora de la Alborada, donde sirve como diácono, primero junto al P. Jaime Cedeño y actualmente con el P. José Manuel Delgado.

A pocas horas de su ordenación, su alegría se desborda y pone su plena confianza en Cristo. “Un sacerdote es un regalo para la Iglesia, vivimos de ella, nos ha cuidado y ahora somos los frutos maduros que recibiremos ese don de Dios».

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