De la Corporación para la Seguridad Ciudadana al Sacerdocio

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Guayaquil, (DCAG).- Juan Sebastián Vargas Álava nació el 9 de septiembre de 1993 en Guayaquil. Desde temprana edad le inquietó la labor del sacerdote y el servicio en el Altar, por lo cual se convirtió en monaguillo. A pesar de esa inquietud, su plan de vida estaba enfocado en estudiar una carrera universitaria, casarse y tener hijos. Pero el Señor le depararía un camino a su completo servicio.

Estudió en el colegio franciscano Guillermo Rohde Arosemena donde colaboraba en un grupo de monaguillos, luego se involucró en la labor pastoral  que realizaban en sectores de Manabí. Al culminar su educación secundaria, los frailes lo invitaron a tener una experiencia religiosa en su comunidad, pero Juan Sebastián declinó la oferta. Tenía planeado estudiar ingeniería mecánica, pero no pudo ingresar a la Espol, por lo cual se decantó por la ingeniería civil en la Universidad de Guayaquil, aunque por diferentes motivos tuvo que abandonar la carrera.

Después ingresó a trabajar en la Corporación para la Seguridad Ciudadana de Guayaquil (CSCG) como operador. “Al principio yo estaba contento con mi trabajo porque tenía todo lo que quería, tenía un buen sueldo, personas con las que podía compartir e independencia de mis padres. Pero el Señor poco a poco fue haciendo que abriera los ojos, que la felicidad no solo está en lo que uno quiere. Me di cuenta del sufrimiento de los demás”.

Durante un año y medio Juan Sebastián se desempeñó atendiendo las llamadas de auxilio, lapso en el que escuchó casos de robos, violencia intrafamiliar, asesinatos, enfermedades, etc, de las cuales recuerda que la mayoría de llamadas terminaban con la pregunta “¿por qué pasa esto?”, sin una respuesta que pudiese dar. Todo cambió cuando atendió la llamada de una joven que había sido violada por su grupo de amigos, quienes la había dejado tirada en la Perimetral.

Cansado de esta situación, al regresar a casa cerca de la medianoche se plantó a orar, preguntándole a Dios lo que había evitado durante mucho tiempo, si el Señor quería que él se convirtiera en sacerdote. Comprendió que su camino lo dirigía al sacerdocio y al siguiente día empezó, junto a su hermano, el proceso para ingresar al seminario. Para su familia, fue duro afrontar la idea de que los dos hijos varones hubieran decidido servir a Dios, pero pronto comprenderían que esa era la voluntad divina y fueron un gran apoyo para ellos. Su hermano se retiró al finalizar el tercer año de la formación sacerdotal.

Juan Sebastián destaca la unión y la amistad que se forjó con sus compañeros de curso en el seminario y recuerda las “veladas” en donde se reunían para preparar obras de teatro y hacer volar su imaginación. Fue ordenado como diácono en 2020 y enviado a servir en la parroquia María Madre de la Iglesia (Ceibos) junto al P. Francisco Sojos. Su lema es: “El sentido de la vida no está en complacerse o buscar el propio plan, sino entregar la vida para los demás siendo generosos».

 

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