En nuestro mundo cultural, hablar de la familia puede parecer algo que está fuera de sitio o un mero recuerdo nostálgico de lo que ya no existe. Sin embargo, también encontramos signos de esperanza para seguir soñando y trabajando en favor de la familia, como el testimonio de muchos esposos de permanecer juntos en medio de las dificultades.
El Papa Francisco, en su exhortación apostólica Amoris Laetitia (la alegría del amor), nos invita a ser los portadores de la Buena Noticia de la grandeza, de la bondad y de la belleza de la familia, justamente, en medio de las dificultades y los desafíos por los que atraviesa.
La familia sigue siendo el lugar privilegiado para la formación de sus integrantes en valores humanos y cristianos, como la hospitalidad, la honestidad, la verdad, la justicia, la oración, la meditación de la Palabra de Dios y la solidaridad con los más necesitados.
San Pablo, en su carta a los colosenses, nos ofrece algunos criterios para mejorar el entendimiento entre esposos y padres e hijos, como el amor, la fidelidad, el diálogo, el perdón, el respeto y la paz en toda circunstancia.
Que la familia de Nazaret acompañe el proceso de discernimiento, decisión y ejecución de las mejores soluciones entre esposos y padres e hijos.
