Una misión que convierte la fe en lenguaje de señas

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Guayaquil (Diario Expreso).- Guillermo Andrade la “iglesia no tenía sentido”. Debido a su condición de no oyente, “me sentía aislado y no tenía ganas ni de ir” señala. Incluso, hizo su primera comunión sin entender plenamente lo que esto significaba. No obstante, gracias a la misión Mi corazón te escucha (Micte), ahora es un catequista.

Su búsqueda de Dios lo llevó por varias religiones. “Mi mamá me decía que tenía que buscar a Dios y en qué iglesia te vas a quedar”. Por ello, cuando se enteró de la existencia de un grupo que evangelizaba en lenguaje de señas, acudió sin dudar. Allí aprendió el código religioso que manejan los sordos para comunicarse.

Pero, aquel lenguaje que Andrade conoció es el resultado de más de dos décadas de labor de Micte. Gladys Chiluisa, una de las precursoras de esta comunidad, cuenta que la misión inició cuando se percataron de que los amigos de su hermano no oyente, con los que jugaba fútbol, “no tenían conciencia de lo que era un pecado. No se casaban, no sabían de quién eran los hijos”. Además, que, para ese entonces, los adolescentes sordos solo sabían el significado de tres palabras: ángel, diablo y Dios.

Sin saber el lenguaje de señas decidieron, junto a su hermana, hacer algo para evangelizarlos. Solicitaron ayuda al sacerdote de la comunidad, quien les prestó un televisor con un VHS y en él proyectaban vídeos sobre pasajes bíblicos. Según Chiluisa, la primera catequesis “fue la del sembrador y los hicimos interpretar la escena. Terminaban de jugar fútbol y venían alrededor de 2 horas de catequesis”. 

Luego, por recomendación del sacerdote pidieron permiso al obispo para institucionalizar la misión. Las clases de religión se intensificaron y, a su vez, el lenguaje religioso creció. “Les pasábamos los vídeos, entendían y sacaban la seña. Los sordos crearon el lenguaje”, sostiene Chiluisa.

En Guayaquil, la comunidad de no oyentes no sobrepasa las 10.000 personas, según el Conadis, por eso este grupo desarrolla catequesis compartidas. Es decir, clases de religión en las que sordos aprenden junto a oyentes gracias a la presencia de un intérprete adicional al catequista.

Sin embargo, Micte está conscientes de que fuera de la ciudad hay cientos de feligreses como Guillermo, que por ser sordos se sienten aislados y para los cuales la Iglesia carece de significado. Por ello, sueñan con que alguna productora colabore con la iniciativa y puedan crear vídeos instructivos que masifiquen el lenguaje religioso que han diseñado y sirva como un paliativo a la falta de voluntarios.

“Pedimos que vengan. Sé que es difícil después de trabajar, pero es importante que demos algo a la vida”, solicita Andrade, quien a su vez extiende la invitación a los no oyentes que aún no pertenecen a alguna comunidad religiosa.

La eucaristía televisada

Uno de los principales logros de este grupo es participar en las misas televisadas. Para ello, es necesario la presencia de mínimo cuatro intérpretes: uno que traduzca lo que dice el sacerdote, otro que comunique lo que la Asamblea debe responder y dos adicionales, que transforme en lenguaje de señas las alabanzas.

La intervención de ellos en el formato televisivo inició en el 2000 y, aunque están conscientes de que no abundan los feligreses sordos, creen que es una medida efectiva de inclusión.

Foto Cortesía Diario Expreso

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