Síntesis de la conferencia que dictó el cardenal Jorge Carballo en Guayaquil

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El pasado 5 de junio se realizó en el Seminario Mayor de Guayaquil la conferencia sobre la exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La Alegría del Evangelio) dirigida por Mons. José Rodríguez Carballo, O.F.M. Secretario de la Congregación para las Instituciones de Vida Consagrada y las Sociedades Apostólicas. Dentro de esta actividad participaron sacerdotes, diáconos religiosos y consagrados de la Arquidiócesis de Guayaquil.

A continuación un extracto de su conferencia:

La exhortación es el programa de gobierno de Francisco, que habla de una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría, alma de la Iglesia y de la evangelización. La alegría es una disposición interior que encuentra su razón de ser en los manantiales de la verdad y de la bondad. La alegría es constitutiva de la fe cristiana, por eso quien ha experimentado la fuerza del resucitado, no puede vivir triste. No necesitamos evangelizadores tristes, sino de quienes difunden la alegría del evangelio.

Es necesaria una constante alegría de evangelizar aún cuando se tenga que sembrar el evangelio entre lágrimas. La alegría está motivada por la presencia de Cristo. Si Cristo está no se puede tener rostro de ‘poco redimido’.

Bonum difusivum est, el bien se difunde, y un sacerdote que no haya propuesto la vocación sacerdotal a un muchacho, es un frustrado que no está convencido de si propia vocación. Primerear, acompañar, fructificar y festejar. Muchos somos discípulos de María Magdalena más que de Jesús porque ella es una nostálgica que llora al muerto que ya no existe, le falta vivir de la alegría del que está vivo a lado suyo.

La alegría del evangelio debe ir de la mano de la misionalidad. Salir de nosotros, caminar, sembrar y recoger, si es que nos toca a nosotros. Necesitamos personas que se dejen llevar por el Espíritu, pero para eso hay que dejarse habitar por el Espíritu. La auténtica espiritualidad cristiana es la que nos hace discípulos que toquen el cielo (mística) y la tierra a la vez: orar y trabajar. La transmisión del evangelio se hace a través del testimonio.

La conversión pastoral implica creer en la buena noticia, creer en Jesucristo portador de los dones de Dios, creer en su victoria sobre el mal, creer en la Iglesia portadora de los dones del Señor. Procurar que las comunidades sean más misioneras, pastoral en actitud de conversión en función del anuncio del evangelio.

Espíritu e institución, pueblo peregrino e institución, diferencia y unidad, misión y discernimiento. La Iglesia y los pastores son pueblo todos ellos, la Iglesia es la totalidad de todos ellos, no hay Iglesia sin pastores pero tampoco sin pueblo: no hay contraposición entre los dones jerárquicos y carismáticos de la Iglesia, los dos son necesarios y complementarios.

Tentaciones:

1. El individualismo, pasar del ‘yo’ al ‘nosotros’.

2. Crisis de identidad, somos ministros y no funcionarios

3. Asedia egoísta, consecuencia del pesimismo estéril, personas siempre descontentas de todo.

4. El antagonismo interno, trabajar aislados, como enemigos.

5. Vivir de una ideología, el evangelio no es una.

6. Clericalismo, fomentada por clérigos y laicos, corresponsabilidad pecadora.

7. Mundanidad espiritual, tener el espíritu del mundo contrario al evangelio.

La homilía debe ser la lengua materna de la evangelización, que seamos contemplativos de la Palabra y contemplativos del pueblo. Hablarle al pueblo de la Palabra y aplicar la Palabra a la realidad del pueblo.

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