Mientras Jesús camina por el pórtico de Salomón, se acercan las autoridades religiosas con preguntas y críticas. Jesús pone en evidencia su incredulidad porque no son sus ovejas. Si lo fueran, le escucharían y le seguirían.
Después de más de veinte siglos también nosotros debemos recordar que lo esencial de la vida cristiana es escuchar y seguir a Jesús.
Escuchar a Jesús
Como cristianos, estamos llamados a ser discípulos del gran Maestro: Jesús. Para ello, debemos aprender a escuchar, atenta y pacientemente, cada una de sus enseñanzas. Esta actitud de escucha abre nuestra mente y corazón para comprender la verdad que nos comunica, aunque muchas veces, cuestione y ponga en crisis nuestras “certezas” o “convicciones”. ¿Será por esto que nos resistimos a escuchar a Jesús?
Seguir a Jesús
Jesús, en más de un ocasión, dice a sus discípulos: “si quieres, ven y sígueme”. No les presiona, obliga ni amenaza, les deja en plena libertad. Pero no basta oír su voz, deben tomar una decisión: seguirle o no.
Seguir a Jesús, entre otras cosas, significa ser libres para obrar bien, confiar en la misericordia del Padre, amar y defender a los indefensos y asumir la muerte con esperanza. Solo si le escuchamos y le seguimos, seremos parte de su redil.