Estar en vela

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San Mateo nos ofrece tres parábolas o comparaciones del Reino de los Cielos que hablan de lo definitivo o de lo que nos espera en el futuro, para lo cual debemos prepararnos. La parábola de las diez vírgenes se refiere a la relación con Dios; la de los talentos, a la relación con nosotros mismos; y la del juicio universal, a la relación con las personas y la naturaleza.

En la parábola de las diez vírgenes, el esposo representa al Reino de Dios, que llega de una manera imprevista; y las doncellas, a las actitudes con que el pueblo de Dios debe esperarlo. Por eso, concluye con: “velen porque no saben el día ni la hora”.

En tiempos de Jesús, algunas jóvenes acompañaban al esposo a su boda y debían llevar las lámparas encendidas durante toda la fiesta; estas eran pequeñas y el aceite servía solo para un tiempo determinado.

Las doncellas necias toman las lámparas, pero no el aceite necesario. Llega el esposo, se atrasan y se cierra la puerta. Las prudentes, en cambio, junto con las lámparas, llevan el aceite y pasan a la boda.

Jesús nos invita a llevar siempre el aceite de la oración, de la vida sacramental, de la meditación de la Palabra, del amor al prójimo, de la justicia y de la solidaridad. ¿Tenemos suficiente aceite para que alumbren nuestras lámparas?

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