Estén alegres

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En este tercer domingo de adviento, la palabra que se repite es: alegría; un inmenso gozo que brota  del saber y sentir que el Señor está cerca de nosotros y que podemos compartir nuestros bienes con los hermanos.

El profeta Isaías nos dice: “desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios”. Una alegría que no permanece encerrada en el corazón, sino que se difunde y se contagia a las personas que  le rodean.

El salmo nos presenta a la Virgen María exclamando: “se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava”. La presencia de Dios en María le llena de un gozo tan desbordante que es capaz de cantar incluso en medio de las adversidades.

San Pablo, igualmente, invita a la comunidad a estar alegres en el Señor, por cuanto es Él quien guía sus pasos por el camino de la paz y el bienestar.

San Juan Bautista anuncia la causa de la alegría: la presencia del Mesías que viene a colmar todas las aspiraciones del corazón humano y a transformarse, de este modo, en la fuente inagotable de alegría.

En estos momentos de crisis sanitaria y económica, el mejor testimonio que podemos dar es la alegría de saber que Jesús está con nosotros y también de que somos capaces de compartir el alimento, la medicina y tantos bienes materiales y espirituales.

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