Los talentos

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La parábola de los talentos forma parte del quinto sermón de la Nueva Ley y se coloca entre la parábola de las diez vírgenes y la parábola del juicio final.

Esta parábola nos cuenta la historia de un hombre, que antes de salir de viaje, distribuye sus bienes a los empleados según su capacidad: cinco, dos y uno. (Un talento corresponde a 34 kilos de oro). Los dos primeros duplican los talentos, pero el tercero lo entierra para no perderlo. El amo, a su regreso, felicita a los dos primeros por su gestión y condena al tercero por malvado y perezoso.

El comportamiento del tercero nos muestra una falsa imagen que muchos tenían de Dios: un juez severo. Una imagen que les causaba miedo y les impedía vivir y acoger al Padre misericordioso que predicaba Jesús.  Por eso, se escondían en la observancia de la ley pensando que así evitarían el juicio y el castigo.

Los talentos, en nuestro caso, son las cualidades que el Padre nos ha confiado según nuestra capacidad para que los hagamos fructificar. Por esta razón, la vida en sí misma, con todas sus bondades y posibilidades, es un regalo de Dios y, también, una tarea o una responsabilidad de cada uno de nosotros.

¿Estamos dispuestos a cultivar los talentos que el Señor nos ha regalado para ponerlos al servicio de los demás?

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