Permanecer en el amor

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San Juan nos narra el discurso de despedida de Jesús y señala algunos rasgos fundamentales que deben vivir sus discípulos en todos los tiempos y lugares.

Lo primero que les dice es que permanezcan en el amor con que les ama y le ama su Padre. Ser cristiano, entonces, ante todo y sobre todo, es una cuestión de amor y no tanto de doctrinas y normas.

Los discípulos, como todos los seres humanos, conocerán dificultades y conflictos, pero lo importante es mantenerse en el amor de Jesús; para ello, deben “guardar sus mandamientos”, que lo resume así: “Éste es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo les he amado”.

Jesús, con este mandamiento, rompe la relación amo-esclavo, superior-inferior, imposición-sumisión, y nos propone una relación de amistad, de respeto y confianza, donde nadie es más que el otro. El amor, de este modo, nos ayuda a ser abiertos, cordiales y sencillos.

Este mandamiento, además, es fuente de alegría: “Les hablo de esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría llegue a plenitud”. Lejos de nosotros toda forma de tristeza, lamento o desazón. La alegría, sin embargo, no se vive de espaldas al sufrimiento de los demás; al contrario, se convierte en compromiso para aliviarlo. Permanezcamos en el amor de Jesús.

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