SEMBRAR CON PERSEVERANCIA

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El sembrador sabe que no es suficiente contar con una excelente semilla, sino también con  un buen terreno, agua abundante, abono apropiado y un clima adecuado, entre otros factores. Este conocimiento hace que no se detenga ante las adversidades del camino, sino que sea persistente en la tarea emprendida.

El que siembra la Palabra de Dios, por otra parte, sabe que no todo depende de su voluntad ni de la bondad de la semilla. Para que la semilla germine, crezca y fructifique es necesaria la participación activa de las personas que la escuchan. Si la acogen, la Palabra realiza  su obra; caso contrario, queda en el olvido.

La cosecha, por lo tanto, no depende de él, sino del dueño de la Palabra y de la libertad de las personas. Su misión, en estas circunstancias, es tan sólo la de sembrar sin desanimarse jamás.

Como discípulos misioneros, sigamos sembrando la Palabra de Dios en todos los corazones con generosidad, confianza, pasión y perseverancia, sabiendo de antemano que la cosecha o los resultados pertenecen al dueño de la mies y a las futuras generaciones.

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