Yo tampoco te condeno

0
919

Una mujer sorprendida en adulterio es presentada a Jesús; y, según la ley, debe morir lapidada. Se condena a la mujer y se disculpa al varón.

Jesús rechaza esta hipocresía, pues sabe que la sentencia no viene de Dios. Por eso les dice: “el que esté sin pecado, que arroje la primera piedra”.

Los acusadores se dan cuenta que son los responsables de los adulterios que se cometen y, poco a poco, se retiran. Jesús, con gran respeto, le dice: “Tampoco yo te condeno”; y la anima para que el perdón sea el inicio de una nueva vida: “Anda, y en adelante no peques más”.

Jesús se muestra así como un hombre libre y magnánimo, no se deja condicionar por ningún poder opresivo ni es capaz de condenar, odiar ni devolver mal por mal.

Como seguidores de Jesús aún debemos sacar las consecuencias de esta acción salvadora de Jesús en favor de la mujer en la vida familiar, social, política, económica, cultural e incluso religiosa. La violencia física, psicológica y sexual contra ella no es algo imaginario, sino una realidad incluso en familias y sociedades que se confiesan cristianas.

¿Qué podemos hacer? ¿La educación para una convivencia respetuosa entre varones y mujeres es una de nuestras prioridades? ¿A la mujer agredida le ofrecemos el asesoramiento jurídico, psicológico y espiritual?

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here