A Dios lo que es de Dios

0
743

El profeta Isaías nos recuerda la verdad fundamental sobre la que se levanta la fe del pueblo de Israel: “Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios”. Una verdad desde donde enfrenta a los dioses fabricados por mentes y manos humanas. La idolatría es el pecado más grave que combaten los profetas.

En tiempos de Jesús, el emperador romano era considerado un dios al que el pueblo estaba sometido y que debía reconocerle todos los privilegios y pagarle los tributos.

Los discípulos de los fariseos, con algunos herodianos le tienden una trampa: “¿Es lícito pagar impuestos del César o no?” Si Jesús responde negativamente, le acusarían de rebelión contra Roma; si afirma que se pague, quedaría desprestigiado ante el pueblo. Pero Jesús responde de una manera sabia y contundente: “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

La pregunta era inútil por cuanto los fariseos reconocían la autoridad del César, tanto que usaban sus monedas para comprar, vender o para pagar el tributo al Templo. Pero a Jesús le interesa que “den a Dios lo que es de Dios”, como su pueblo que por su culpa se había alejado y por sus enseñanzas le cerraban la entrada del Reino de los Cielos. Dar a Dios lo que es de Dios significa también obrar con verdad, justicia y honestidad.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here