Jesús, en esta ocasión, envía un grupo más numeroso de discípulos a anunciar la cercanía del Reino de Dios; para lo cual, les da algunas recomendaciones.
Ponerse en camino
Los discípulos no pueden quedarse estáticos, indiferentes, ni detenerse; están invitados a salir de sí mismos; y, sobre todo, a saber que son servidores del Evangelio.
Una de las tentaciones más peligrosas es la de replegarnos sobre nuestras costumbres o formas de pensar; si le damos cabida, nos anquilosamos y nos convertimos en cuidadores de museos.
Anunciar el Reino de Dios
La Buena Noticia es que el Reino de Dios está cerca de nosotros. Por ello, no es suficiente hablar, es necesario escuchar a los demás con paz, acogerlos con alegría y curar sus heridas con mucho amor. Es el mejor modo para que el Evangelio llegue a su corazón.
Ofrecer la paz
La paz que viene de Dios es el regalo más precioso que esperamos; una paz que se nos propone de una forma respetuosa y amigable, y que jamás se nos impone desde la superioridad y la amenaza.
Ponerse en camino, anunciar el Reino de Dios y ofrecer la paz: ¡he aquí la misión de los discípulos de Jesús!