Escuchar a Jesús

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Cada vez tenemos menos tiempo para escuchar a las personas que nos rodean; parece que la prisa se impone por la fuerza; o que, encerrados en nuestros problemas, no nos detenemos ante nadie.  

San Marcos nos narra que los discípulos oyeron una voz del cielo que les decía: “Este es mi Hijo amado: escúchenle”. El Padre, de este modo, también hoy, nos presenta a su Hijo amado para que le pongamos atención en todos los momentos, particularmente en los de crisis o incertidumbre, como los que vivían los discípulos de Jesús ante su anuncio de su pasión y muerte.

Cuando escuchamos a Jesús, de la misma forma, muchas ideas sobre él desaparecen inmediatamente. Con ello, caen las falsas seguridades en las que nos sostenemos; pero, asimismo, se nos abre un camino hacia una vida más auténtica, plena, llena de verdad y esperanza.

Escuchar a Jesús en el camino de la cruz, por otra parte, nos conduce a la resurrección y a la vida eterna. Esta certeza es la que da valor al mensaje de los profetas, maestros, teólogos, doctores y predicadores.  

Nuestra tarea principal, como seguidores de Jesús, por lo tanto, es conducir a las personas hasta Jesús para que le escuchen con el corazón, conscientes de que sólo él cura nuestras cegueras espirituales y nos devuelve la fuerza, la paz y la alegría de vivir.

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