Pentecostés

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San Lucas utiliza las imágenes del viento y el fuego para hablarnos del Espíritu Santo entre nosotros. Luego, nos narra que los discípulos se llenaron del Espíritu Santo y que comenzaron a hablar en las lenguas de los pueblos que habían concurrido. Este hecho contrasta con lo que sucedió con aquellos que pretendieron construir la torre de babel para ponerse al mismo nivel de Dios y ter- minaron sin poder comunicarse.

San Pablo nos indica que, en la comunidad, hay diversidad de dones, de servicios y de actividades y un solo Espíritu. Lo que da unidad es el origen: el Espíritu Santo; y la finalidad: el bien de la comunidad. La diversidad sin unidad, por tanto, termina en fragmentación y dispersión; y la unidad sin diversidad desemboca en uniformismo.

San Juan pone de manifiesto el carisma del perdonar los pecados que el Espíritu Santo concede a los Apóstoles. Con este don, es posible la reconciliación de las personas entre sí y con Dios, cuyos frutos son la paz y la alegría.

Pentecostés, entonces, es la fiesta del encuentro en la propia lengua, de la unidad y la diversidad y del perdón orientado a la reconciliación, la paz y la alegría de vivir.

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